





Primero caí con 'Las Ticias', Galende y Martín, dos chicas muy majas que se pegaban la misma caminata que yo todos los días al salir de clase. Por aquel entonces me mantenía más en forma. Al año siguiente llegó la mudanza a la parte de atrás. Ahí estaban Chema, que aún hoy sigue a mi lado, al igual que Antonio, que con eso de echarse novia en clase cambia más de sitio. Y el Pirru, no olvidarse de él, gozando en Italia como Erasmus. Hoy a mi lado también está La Mary.

Haber bailado el otro día al ritmo de Alaska me dio pie a escribir sobre lo que los medios de comunicación han hecho que ella represente: la movida madrileña. De hecho en su pelo me fijo para pintar hoy todo de naranja. ¿Melancolía o felicidad? Un poco de ambas. Ciertamente, da penita ver cómo en todas partes ensalzan una época, la de los ochenta, en la que parece ser que se vivía al límite…

Vimos pasar el cometa tumbados sobre la arena. ¡Creíamos que éramos tan diferentes, que nunca nos pasaría como a la gente! Finalmente, nos despedimos despacio para alargar el momento. Ni un te odio, ni un te quiero; ya no hay nada más que añadir. No tengo más lágrimas, no tengo más que contar. Entre los dos cayó el telón, ¡qué mal final de un buen guión! 
Y ahora me arrepiento, de no haber sabido aprovechar el momento. ¿Con qué fantasmas he de luchar? Nadie mejor que yo podrá decidir cambiar. Después, entre mil dudas naufragué y perdido el norte me encontré entre la angustia y el placer. Ya sabes, estoy en otro mundo.
Llega el momento de hacer el recuento de lo que se perdió. Hay quien apostó fuerte y decidió quererte, sabiendo lo fácil que resultaba perderte. Pero hoy hay luna llena, y las ventajas de olvidar van liberándome de caprichos que me atormentaban. Estaba perdiendo un tiempo que no iba a recobrar, ni contigo ni sin ti.
A partir de ahora, estés donde estés, voy a hacer que me odies. Este Jekyll se convertirá en Hyde; retorcerá palabras de amor, mirará la vida pasar. Tan sólo es cuestión de fe.
El post de hoy es la peculiar crónica de lo que ayer sonó en Valladolid de la boca de Alaska, de Fangoria. Un día blanco, como la estética de su nueva gira. Ya van cuatro las veces que veo su puesta en escena y, como cada vez que lo he hecho, me mantendré a la espera de una próxima. Aquí dejo un regalito que grabé.
A buen tiempo mala cara. Eso es lo único que nos queda ante el bombardeo de mentiras y malas intenciones que vamos a sufrir durante los próximos días. Ni siquiera el día 26 de mayo, en el que deberían darnos un descanso, los políticos dejarán de hablar entre líneas y de tratar quedar por encima de sus adversarios o, lo que es peor, de que sus contrincantes queden por debajo.
La campaña electoral se nos ha echado encima, aunque, para ser sinceros, lo único que cambia con respecto a los demás meses del año, es que por las calles circulan coches ridículos vestidos para la ocasión y con una música que todos conocemos y que nos encanta tararear, independientemente del color político al que alabe. Por este motivo, en el día de hoy, un poco negro, me quedo con eso: con los coches, los caramelos y… cómo no, esas míticas melodías ‘peperas’ y rojas. Lo que espero no ver, para no sentirme avergonzado, es el espectáculo bochornoso que año tras año nos ofrecen las juventudes políticas multicolores del país ¡Para no dormir!

en primer lugar porque las críticas siempre serán más constructivas. Éstos no son otros que nuestros grandes amigos los dictadores. Mira que no quería yo meterme con nadie y me pregunté: ¿les estoy agradecido por algo a esas dos caras duras adornadas con un bigote? Pues claro, me dije; ellos me han enseñado, simplificando, a distinguir el bien del mal. 
decisiones fáciles y difíciles; las hay trascendentales y las hay que no lo son tanto. Hoy aquí dos personas han tomado una decisión fácil y no trascendental. Pero bueno, dejaremos los asuntos importantes para otro momento. Hoy es el día en que he creado un blog y en el que tú has decidido visitarlo. Cada ocurren millones de cosas. Hoy, aquí, te cuento una.