Tras esta larga pausa, vuelvo a la carga hoy, un día especial ya que se celebra el Día Mundial contra el Tabaquismo. Un día para hacer balance de lo que ha supuesto la Ley Antitabaco y para el debate que se reflejará en la mayoría de medios de comunicación. Como fumador, he de decir que las cosas han cambiado... pero poco. Lo más notable, sin duda, ha sido el hecho de que no se pueda fumar en el puesto de trabajo; las tertulias entre fumadores han pasado de la oficina a la calle, el cambio no es tan brusco, en el fondo. Lo curioso de todo esto es que los no fumadores son más que respetuosos con nosotros y se apuntan a esos momentos "fuming", muy característicos de los aficionados (bueno, diré adictos) al tabaco.
Pero bueno, no estaría bien hacer apología de algo que aunque hagamos, sabemos que no es muy saludable, así que me limitaré a enumerar esos cambios de los que hablo. Otro de los más molestos ha sido el botoncito de las máquinas expendedoras. ¿Cuántas veces tenemos que acercarnos a la barra para pedir que activen los aparatos? Y, sobre todo, si se trata de evitar el consumo entre los menores, ¿por qué a las seis de la mañana también tienen que estar protegidas? En fin, si la ley lo dice, pues habrá que cumplirlo.
Fumar, lo que se dice fumar, fumamos en casi todos los sitios en los que lo hacíamos antes. Incluso, doy fe dada mi reciente experiencia, en los hospitales siempre se busca el momento oportuno para esta adicción que a muchos nos apasiona. Así que, de momento, los más reacios seguirán riñéndonos cada vez que nos encendamos un pitillín y, nosotros, seguiremos preguntando al camarero de turno ¿se puede fumar?, aun sabiendo que la respuesta será casi siempre positiva. La información sobre las enfermedades, mejor la enlazo, seguiré con los ojos cerrados.